Tenemos ante nuestros ojos un documento único: los escritos que
dejó para la posteridad nuestro ya familiar Ireneo, donde nos expone
el día a día de los ciudadanos de Absurdia. Y en otro gran trabajo
del equipo de recuperación (no dejaré de alabar al grupo que dirige
nuestra arqueóloga Martina Lezhat) podemos conocer un poco más del
sistema educativo que estaba implantado en esta sociedad perdida.
Disfruten de una lección de Historia.
"Cuentan los Sabios que en nuestra querida polis llevaba
instaurado, desde los tiempos primitivos de la creación de las
islas, un sistema educativo que era la envidia de todas las
civilizaciones conocidas. La posibilidad de acceder a una formación
óptima era presente en todas las capas de la sociedad: los recursos
que se destinaban a fomentar una Cultura universal entre la población
eran lo suficientemente importantes como para crear unos ciudadanos
cultos, inteligentes y preparados para poder disertar de cualquier
tema histórico, filosófico o político. Las plazas eran un
hervidero y cada tarde se formaban innumerables corrillos en los que
se intentaba arreglar los problemas propios de cualquier sociedad.
El tiempo iba pasando y las Escuelas Superiores seguían
instruyendo a los que así lo solicitaban, previo el paso de unas
pruebas de selección efectuadas al concluir el último curso
elemental. Estas evaluaciones permitían asegurar un número óptimo
de estudiantes en las aulas afín de asegurar una educación óptima.
El sistema funcionaba y parecía ser lo más justo posible.
Pero a partir de los nefastos años de los Aznariceos
empezaron a proliferar Academias que no efectuaban ningún tipo de
examen de admisión. Solo era necesaria la compra de la plaza en el
aula, provocando una masiva afluencia de jóvenes que, sin demostrar
poseer un nivel mínimo de conocimientos, optaban a recibir una
formación equiparable a la de las escuelas públicas. Lo que parecía
ser una buena opción comportó un exceso de titulados. Como frenar
esta inercia? Como conseguir conservar una excelencia educativa?
El punto de inflexión fue un comentario del asesor
Ecclestonikis al considerar un peligro el exceso de Cultura entre los
ciudadanos.
En un breve espacio de tiempo empezó a exigirse a las familias
el pago de grandes cantidades de dracmas para poder costear
los estudios superiores en las Academias. Las que hasta el momento
habían abierto sus puertas a todos los jóvenes que habían
solicitado su ingreso y demostraron un buen nivel cultural básico
empezaron a modificar las normas. La diferenciación que venía
marcada por el nivel individual educativo pasó a ser
meramente económico, cerrándose así las puertas de la Cultura para
muchos jóvenes de familias humildes.
Si a la falta de ingresos que provocaba la migración a la zona
cultural de la polis de una mano de obra joven le sumamos los gastos
que ya no costeaban los estamentos públicos y que recaían en dichas
familias, tendremos un resultado nefasto para la sociedad
de Absurdia, algo que parece que menospreciaron los dirigentes.
Como no se percataron del grave error? Como dejaron de lado a
una gran parte de la sociedad y, por lo tanto, de un gran número de
posibles eruditos? La experiencia había demostrado sobradamente la
implicación en los estudios superiores de los jóvenes provenientes
de las capas más desfavorecidas de una sociedad cada vez más
desequilibrada: el afán por mejorar las condiciones de vida de la
familia empujaban a los estudiantes a la asimilación de una
formación óptima para el beneficio de la sociedad.
Esta obviedad pasó sin embargo y ante nuestro asombro por
encima de los pensamientos y las acciones de nuestros dirigentes. La
élite Económica pasó a reemplazar a la Cultural, verdadero motor
de cualquier sociedad SANA y CON FUTURO.
Por suerte las movilizaciones ciudadanas que sucedieron a la
Época Oscura volvieron a poner en orden las prioridades en Absurdia. El Pueblo habia dicho Basta, con contundencia, sin ceder un apice en sus reclamaciones, devolviendo la cordura, el sentido común y la lógica a una sociedad que estuvo enferma y que, afortunadamente, recobraria su esplendor.
Así lo contaron los Sabios y así lo transcribe Ireneo el estudiante"
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